viernes, 18 de octubre de 2013

HISTORIA DE LA ORIENTACIÓN


¿Somos conscientes de los espacios de aprendizaje y orientación que se han ido sucediendo a lo largo de la historia?

Algo que me ha llamado mucho la atención es volver verificar que la filosofía (asignatura que desaparecerá en la LOMCE) es algo que necesitamos para la construcción de nuestros procesos educativos.

De todos se aprende muchísimo….además es curioso ver como se hablaban de temas de formas de pensamiento y que hoy en día nos llenamos la boca de manifestar como innovadoras. Aristóteles ya hablaba de lo importante que era la curiosidad en los menores, quizá con otras palabras, pero trabajar desde el interés del menor, hoy en día en las tendencias más innovadoras es desde las que se desea construir el aprendizaje. En esta misma línea, parece ser que Santo Tomás de Aquino fue innvador, ampliándolo al trabajo desde sus capacidades y preferencias.

Y ya en el segundo momento del Renacimiento se desarrollan los aspectos relacionados con el contexto; el ambiente y la educación, se relacionan con la persona que va a recibir la educación.
Es cuando aparece las diferencias psicológicas, ciencia basada en la estadística y que mide los rasgos de la personalidad.

En esta época se mantenía muy vivamente las diferencias sociales entre hombres y mujeres. Había muchas dificultades para la coeducación.

http://www.rtve.es/archivo/100-en-femenino/

Luego está esa división entre hábiles e inhábiles, que empaña un poco esta visión transformadora, al menos en la educación dirigida a los varones. Discrimina dos tipos de alternativas educativas y éstas dos alternativas no las pone en el mismo lugar. Quizá como pasaba antes con la Formación Profesional y el bachillerato.
Descartes ya incluye la experiencia como método de aprendizaje significativo…y Rousseau con su “Emilio”, y “Sofía” (para las niñas) atiende a las necesidades específicas de los/las alumnos/as en su pensar y sentir. Decía que la sociedad era corrupta. Se le reconoce como el precursor de Piaget.

Ya en el siglo XIX en pleno momento del romanticismo, se hace una mayor referencia a la individualidad.
En este siglo hay un libro poco leído sobre la educación. Anne Brontë escribe bajo un pseudónimo masculino: Acton Bell, el libro de “Agnes Grey”. En ella relata la vida de una institutriz.
En aquella época la vida de la mujer autónoma comienza a tomar más presencia, en especial a través de la Revolución Industrial. Las mujeres pueden recibir un dinero por su trabajo, y a partir de este siglo también comienzan a ser herederas.

Lo interesante del libro de Agnes Grey es la educación individualizada y el tipo de orientación que puede ejercer una mujer dentro de una familia. Ya en este libro se puede observar las dificultades que encuentra Agnes con respecto a la educación. Ella plantea un método, que después la familia no respeta. De manera que la orientación educativa se queda en el vacío.
Las hermanas Brontë hacen referencia de todo esto en sus libros, porque lo habían experimentado en sus vidas.

Hay un claro ejemplo de cómo se daba poca importancia a la educación ofrecida por la institutriz y en muchas ocasiones, no se defendía su postura, sino la del menor educando.
Ejm:

“…si cometía errores en sencillas operaciones aritméticas había que enseñárselos enseguida y hacerle las operaciones correctamente, en vez de dejarle ejercer sus facultades buscándolos él mismo; de esa forma, por supuesto, no se afanaba por evitar los errores, sino que frecuentemente ponía los número al azar sin hacer ningún cálculo.
Sin embargo no siempre me limitaba a cumplir esas normas (que los padres me exigían); hacerlo iba en contra de mi conciencia;  (…) de manera que incurría en la cólera de mi pequeño alumno, y después en la de su mamá, a quien narraba mis transgresiones, maliciosamente exageradas o adornadas con fantasías suyas; y a menudo, en consecuencia, estuve a punto de perder o renunciar mi puesto. (…) hasta que mi pequeño atormentador fue enviado a ala escuela, pues su padre declaró que la educación en el hogar “no le iba bien, estaba claro; su madre lo mimaba de manera ultrajante y su institutriz era incapaz de sacarle partido”.

Con semejante ejemplo, podemos hacernos una idea de cómo era la educación individualizada. Por lo visto no es nuevo que a los menores ridiculicen a las maestras y maestros.
Curiosamente la labor de una institutriz era tomada con menos valor.

He querido mostrar este ejemplo literario, porque creo que desde los libros que menos pensamos nos pueden hablar de una época determinada. Tal vez creemos que nos van a contar una historia romántica, pero, en verdad…de lo que también hablan es de una época concreta, de su influencia en la sociedad, y en este caso en especial de las personas que se forman a través de esa educación en la que no se valora al profesional que la ejerce, perdiendo todo interés por el alumno. Hoy en día pasa algo parecido.

Los avances del orientador en el terreno de la mediación aún están en curso. Ya en el siglo XX se ha intentado integrar la orientación en los Centros Escolares.
Me pregunto, cuándo se intentará integrar la orientación en Centros no formales. Creo que los psicopedagogos/as tienen pendiente su trabajo en este terreno. Hoy en día esa necesidad la cubren los Servicios Sociales, pero a menudo se quedan simplemente en solicitud y tramitación de ayudas, más que en una intervención orientativa. Porque como decíamos en la definición, la orientación no solo se da en menores, sino que es necesaria a lo largo de toda una vida.

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